El Parma-Lazio, que ayer se resolvió a favor de los romanos, solía ser el partido de la leche. Ahora es el partido de la ruina. Parma y Lazio disfrutaron de una década dorada gracias a sus respectivos propietarios, Parmalat y Cirio, productores de leche y, según se ha sabido últimamente, de balances falsos; tras la quiebra fraudulenta de ambos grupos, las dos sociedades futbolísticas no tienen detrás más que afición y acreedores. O aficionados-acreedores, porque miles de tifosi del Parma invirtieron en acciones y bonos de Parmalat. Aquello de que con las desgracias futbolísticas sólo se perdía el apetito pertenece al pasado. Ahora también se pueden perder los ahorros.
Las infelicidades de los lácteos ha permitido al Inter saquear sus vestuarios y dejarlos aún más desnudos. A mitad de temporada, la Bienamada de Milán ha despojado al Parma del brasileño Adriano (que ya era a medias del Inter, pero eso no tiene nada que ver: al Inter le gusta pagar dos veces por la misma cosa) y a la Lazio del serbio Stankovic, en una maniobra tan inteligente como carroñera.
Parma y Lazio ocupan el quinto y sexto lugar en la clasificación, puestos solventes que honran a sus jugadores, capaces de soportar sin desfallecimientos una descomposición empresarial que les ha transformado en precarios de lujo. Los del Lazio tendrán que cobrar al menos cinco meses de sueldo en acciones de la sociedad; ya se verá con qué tipo de papel inservible son pagados los del Parma. Todos están en venta.
Lo que ha hecho el Inter, cuarto, ha sido descabezar en pleno campeonato a sus dos principales rivales y asegurarse la última plaza de Liga de Campeones. Y encima han tenido que darle las gracias. Los romanos y los parmesanos necesitan ahora mismo todo lo que puedan rebañar para pagar al menos una parte de los impuestos que adeudan y regularizar en lo posible sus atrasos con los futbolistas; de lo contrario, la UEFA y Federcalcio podrían desclasificarles y condenarles a seguir la ruta de la Florentina. O sea, la muerte y algo peor, la resurrección en las categorías regionales.
Si no lo hubiera hecho el Inter, lo habría hecho otro. Los negriazules, simplemente, tenían más prisa por lo del cuarto puesto. Juve y Milan también quieren su parte de los despojos lácteos, y parece probable que en junio se sumen a la pelea por el defensa holandés Stam, la última joya que el Lazio guarda en la cómoda.
Quizá ayer, en el antiguo partido de la leche, se vislumbró el futuro del calcio italiano. Acaso en adelante los diarios deportivos tendrán que incluir páginas financieras para informar a los aficionados sobre la evolución de la Liga. Tal como están las cosas, detrás de cada emisión de bonos hay un fichaje; una caída en bolsa implica un traspaso; una suspensión de pagos te deja sin cuenta corriente y, además, sin goles.
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