jueves, noviembre 18, 2004

LO DICE BENEDETTI

"Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina es por ahora la unica prueba fiable de la existencia de Dios"

Mario Benedetti, escritor uruguayo

lunes, noviembre 15, 2004

DERROTAS Y HUMILLACIONES

La ciudad alta de Bérgamo, una plácida maravilla del Renacimiento lombardo y veneciano, está protegida por una muralla intacta. Nunca nadie, en siete siglos, se molestó en asaltar o sitiar la ciudadela. La ciudad baja, en la llanura, no es menos tranquila.
En Bérgamo, a unos 40 kilómetros de Milán, se vive bien; quizá, con un punto de sopor. Los jóvenes bergamascos huyen cada fin de semana hacia las discotecas de la vecina Brescia en busca de un poco de animación. Todo lo cual no explica para nada la furia que caracteriza a los tifosi del Atalanta, el equipo de Bérgamo, y su odio ancestral al Brescia.
Toda esa rabia de la ciudad tranquila se debe tal vez a una sobredosis de derrotas. El Atalanta es un figurante del calcio que esta temporada, recién ascendido a Primera, no ha ganado aún ningún partido y cierra la cola de la clasificación.
Las derrotas y la furia engendran humillaciones. Como aquélla sufrida hace pocos años en San Siro. Los bergamascos, llamados motorini por los milaneses porque viajan a la gran ciudad en manadas de ciclomotores, quemaron el autocar del Inter en su estadio. El Inter es otro de los demonios del Atalanta. La razón, dicen, es que ambos equipos comparten colores, azul y negro, y lucen camisetas idénticas. Así de tontas son esas cosas. Los interistas, en la segunda vuelta, intentaron quemar el autobús bergamasco, pero la policía, avisada, lo impidió. Entonces tuvieron una idea. Se les ocurrió una barbaridad que dio la vuelta al mundo: introdujeron en la tribuna un ciclomotor y lo arrojaron sobre el césped. Fue casi un linchamienteo simbólico de los motorini, una burla grotesca.
Ayer se disputó el derby Atalanta-Brescia, uno de esos encuentros de alto riesgo en los que suele verse de todo menos fútbol. La estación de tren de Bérgamo y el estadio municipal fueron tomados por la policía y aun así no se pudo evitar la violencia. Dos horas antes de que se empezara a jugar ya había porrazos. Dos horas después del final seguían los disturbios. Entre tanto, el partido había concluido con un miserable empate a cero. Entre ambos equipos sumaron un tiro a puerta, flojo y a las manos del portero.
El entrenador del Atalanta, Andrea Mandorlini, dice pertenecer a la larga lista de discípulos del gran Zdenek Zeman y, como otros muchos técnicos modestos del calcio, proclama que la regeneración pasa por el juego de ataque. Es la moda de este año. Si Zeman hace maravillas en el Lecce alineando tres puntas, la solución a todos los males debe ser ésa. Zeman, sin embargo, sólo hay uno. Y sólo él dispone de un atacante como Bojinov. Sus presuntos discípulos diseñan unas tácticas ofensivas que no tienen nada que envidiar al viejo catenaccio. Y eso lo reconoce el propio técnico de Lecce: en Italia se está volviendo al cerrojo, con el ridículo añadido de las ínfulas de vistosidad.
Debe de tener razón Zeman cuando dice que la Liga de 20 equipos, máxima expresión del negocio futbolístico, sólo produce tedio y amargura. El tedio se ve en partidos como el que ayer enfrentó al Lecce con sus enemigos de la Juventus sobre un césped impracticable por la lluvia. En otro tiempo se habría aplazado. Ahora no se puede: el calendario está lleno. Hubo que jugar y ganó la Juve de Fabio Capello, aburrida y mortífera a partes iguales.
La amargura es la de quienes no ganan nunca, como el Atalanta. En Bérgamo, casi todo el mundo es del Milan. El pobre Atalanta acaba siendo poco más que una excusa para liar la bronca y salir en televisión. Una lástima.

lunes, noviembre 08, 2004

LA HERENCIA DE TRUENO

Gigi Riva acaba de cumplir 60 años. Rombo di Tuono, Estruendo de Trueno, el mejor futbolista italiano del último medio siglo, que jugó siempre en el Cagliari porque no le apetecía dejar su pobrísima Cerdeña natal para ser empleado de un equipo del norte rico, sigue siendo un tipo de una pieza: áspero, sarcástico y decente. Fuma tanto como cuando jugaba, o sea, mucho, y mantiene los mismos valores. A este hombre, las defensas contrarias le rompieron los dos peronés y sólo se le oyó un lamento: que en el hospital le quitarían los cigarrillos. El fútbol, ha dicho esta semana, es sólo un juego, un entretenimiento sin más importancia. Pero si te pagan por jugar eres un profesional del asunto y te dejas el pellejo en el césped. Sin quejas y sin discusiones.
A Riva le gustaba que le trataran como a un adulto. Una noche, en vísperas de un partido importante, el entrenador entró en su habitación y encontró a la mitad de equipo jugando al póker bajo una humareda de espanto. El entrenador sólo dijo una frase antes de irse: "Abrid la ventana". Al día siguiente, Riva y los suyos jugaron como nunca y ganaron.
Valeri Bojinov, un chaval espontáneo y exuberante, se distingue en muchas cosas de Rombo di tuono. Tiene la sensatez de no fumar, por ejemplo. Y nunca se quedará en su pueblo, porque lo dejó ya a los 13 años. El Lecce se lo llevó de Bulgaria cuando era un niño y el Tribunal de Menores otorgó su tutela al responsable de los juveniles de la sociedad. Ha vivido desde entonces en una especie de internado futbolístico. Debutó en Primera a los 15, ha padecido la agonía del descenso y la euforia del ascenso y hoy, con 18 años y ya internacional en la selección búlgara del ex barcelonista Hristo Stoichkov, es junto al brasileño Adriano el máximo goleador de la Liga italiana.
Bojinov está ahora a las órdenes de Zdenek Zeman, el héroe romántico que denunció el dopaje en el calcio y pagó por decir la verdad. Zeman es de la escuela de Riva: un fumador enamorado del sur y del fútbol de ataque, un tipo serio y severo que no gasta dos palabras si le basta con una. El otro día, en el Olímpico, Bojinov marcó e hizo lo impensable: corrió hacia el banquillo y le estampó un beso a Zeman. Los demás jugadores dieron por supuesto que Bojinov sería despellejado. Pero a Zeman sólo se le escapó algo que pareció una sonrisa.
El jueves, durante el partidillo de entrenamiento, Zeman le pegó un grito a Bojinov y éste respondió mal. Zeman se hizo el sordo. Al día siguiente, el joven búlgaro se presentó en su oficina para pedir perdón y leyó en público una nota conmovedora en la que agradeció al entrenador todo lo que le estaba enseñando y en la que dio por supuesto que sería "merecidamente" relegado al banquillo.
Pero Zeman sacó ayer a Bojinov como titular ante el Palermo. Y el chaval se lo agradeció con dos goles.
Bojinov es un gran futbolista y será un fenómeno. Quizá llegue a ser también un hombre. Como Riva, Zeman y otros especímenes similares, cada vez más raros.