lunes, septiembre 21, 2009

LAS OPINIONES DE SACCHI por Enric González


Empecemos confesando: estoy de acuerdo con Arrigo Sacchi, el entrenador más pelmazo de todos los tiempos. Estoy de acuerdo en lo que dice sobre Ibrahimovic. Creo, como él, que el delantero sueco es fuerte con los débiles y débil con los fuertes. Tal vez haya cambiado. Tal vez el Ibrahimovic de ahora no sea ya el que jugó con el Juventus y el Inter, y consiguió poner de acuerdo a dos vestuarios rivales y a dos aficiones tradicionalmente enfrentadas. Ni en Turín ni en Milán se le guarda cariño, y no porque se fuera de mala manera: en realidad, la gente prefirió que se largara. Como digo, es posible que Ibra haya madurado y en el Barça funcione porque, por primera vez en su vida, ahí no pueda sentirse el más chulo de la clase. Veremos.

Sospecho que Guardiola no vio en él un simple recurso humano. Sospecho que, junto a todas las justificaciones técnicas y tácticas, en su fichaje influyó una poderosa ensoñación estética. Ibra pasó por el Ajax, uno de los mitos de la escuela barcelonista; según se le mire, podría parecerse a un joven Cruyff atiborrado a hormonas de crecimiento y anabolizantes, con lo que entramos en un territorio aún más mítico; y, por su altura física y la elegancia prodigiosa de algunos de sus goles, evoca a Marco van Basten, prototipo del ariete con clase para cualquiera que, como Guardiola, haya crecido con el fútbol de los ochenta.

Ibrahimovic, es cierto, puede hacer cosas imposibles. Puede marcar de tacón desde el córner o puede colocarla en la escuadra desde la otra área. Algunos de sus goles quedarán para siempre. El año pasado logró uno portentoso contra el Bolonia: es fácil encontrarlo en la red, igual que aquel tan célebre que marcó en 2004 al Breda. Vale la pena notar que eran el Bolonia y el Breda, dos equipos más bien modestos.

Por otro lado, es casi un seguro de éxito en la Liga. Ha ganado las seis últimas competiciones ligueras italianas, con la Juve o con el Inter. Esos campeonatos, en Italia y en España, se ganan no fallando los partidos teóricamente fáciles, contra rivales teóricamente inferiores; en ese terreno, en el de los enfrentamientos contra teóricos fáciles e inferiores, Ibrahimovic es de una contundencia abrumadora.

El otro Ibrahimovic, el problemático, aparece con las dificultades. Hasta ahora, ha ofrecido su peor cara, la que le recuerda Sacchi (y le recuerdo yo) en las eliminatorias europeas más complicadas. Ahí, el Ibrahimovic ganador se molesta si no gana, y se enfada: con el contrario, porque le atosiga; con el compañero, porque no le pasa el balón en el momento adecuado y en el punto justo; con el técnico, porque le dice algo; con el público, porque estorba; con el árbitro, porque se equivoca. Y acaba anulándose a sí mismo.

Es posible, ya digo, que haya cambiado. Es posible que el Barcelona rentabilice la inversión, y que Ibrahimovic dé la talla en el momento crucial. Es posible que tenga que tragarme mis sospechas y mis opiniones, y eso tendría al menos una ventaja: ya no estaría de acuerdo en nada con Arrigo Sacchi.

lunes, septiembre 14, 2009

LA BIBLIA LEVANTINISTA por Enric González

La desgracia es un gran estímulo literario: a veces estamos tan mal que sólo nos queda nuestra historia, y necesitamos contarla. La Biblia, por ejemplo, se escribió a golpes de cataclismo. La idea de redactar una biografía de Dios, del mundo y del pueblo judío surgió hace unos 28 siglos; como suele ocurrir con las buenas ideas, no fue una sola persona quien la puso en práctica: en el reino de Israel apareció un libro, y en el reino de Judá, otro. Contaban más o menos lo mismo, pero lo contaban de manera diferente. Unos siglos más tarde, tras la desaparición de Israel por conquista asiria, un editor en Judá decidió crear un relato único e hizo un gran trabajo recortando y pegando. Cualquier lector del Génesis nota que ahí hay dos historias entrelazadas, que no coinciden ni en el nombre de Dios: Yahvé en un caso, Elohim en otro.

Luego, cuando Judá también se hundía por la presión babilonia y egipcia y los judíos atravesaban un momento pésimo, alguien decidió mantener viva la esperanza contando la historia por tercera vez: el Deuteronomio. E hizo que el texto, supuestamente antiquísimo (había que atribuir la obra, como las otras, a Moisés), apareciera milagrosamente en los sótanos de un palacio.
Lo de la desgracia y las letras (y lo de las dos historias entrelazadas) se repite ahora en el Levante, que esta semana ha cumplido 100 años. Hay algo judaico en el fenómeno granota: son pocos, no tienen la historia más gloriosa del fútbol mundial (sólo han asomado la cabeza por Primera de vez en cuando), pasan por un presente más bien apretado (la sociedad está intervenida) y ante ellos se dibuja un futuro tan difícil como el pasado. Pero en materia de letras no hay quien les gane.

El propio club patrocina, con ocasión del centenario, varios libros "oficiales" sobre el levantinismo. Y un grupo de escribas, coordinado por Felip Bens y José Luis García Nieves, acaba de publicar una pieza fabulosa, casi bíblica por alcance y por tamaño: ronda las 800 páginas y se trata sólo de un primer tomo, que abarca la historia del fútbol valenciano y del Levante desde fines del siglo XIX hasta 1922. Dudo que exista algo igual referido a cualquier otra institución futbolística, incluyendo las más gloriosas.

Según la biblia levantinista, el Levante, como el Génesis, surge de dos tradiciones muy distintas. La del Levante FC, fundado por el catedrático socialista José Ballester Gozalvo, alto cargo de la República y luego exiliado en Francia, con un evidente tono laico y progresista y con camiseta blanquinegra; y la del Gimnàstic, fundado por los jesuitas del Patronato de la Juventud Obrera con los colores azulgrana y con el propósito de entretener a los chicos y evitar que se acercaran a la ideología de personas como Ballester Gozalvo.

De la fusión de ambos clubes, el laicista y el católico, en 1940 (la biblia no ha llegado aún a ese punto), surgió el Levante de hoy.

Cabe desear que la gente granota no se enfrente, como ocurrió con los judíos, a 2.000 años de exilio. Si así fuera, al menos podrían aprovechar el par de milenios para leer la historia de su primer siglo.

sábado, septiembre 12, 2009

EN BUSCA DEL EQUIPO PERFECTO por Enrique Vila-Matas



Este verano puse el vídeo de la final de Champions y fui viendo y analizando el partido sin el nerviosismo del día en que lo vi en directo. Era consciente de que no iba a poder leer la final exactamente como imaginaba que en su momento había podido hacerlo Guardiola, del mismo modo que nunca podré leer entero un artículo mío imaginando que soy Guardiola y lo estoy leyendo. Y sin embargo, hacia la mitad de la primera parte, durante unos breves y extraños segundos, me pareció leer las pequeñas carencias esenciales que el entrenador, a pesar de ir ganando, pudo detectar en el Barça. Recuerdo que, después de cruzar por aquellos extraños segundos guardiolanos, tuve bien claro que, por ejemplo, también yo habría fichado a Ibrahimovic y Chigrinski para esta temporada. Y no porque tengan unos apellidos fascinantes, que los tienen -deberían prohibir a los futbolistas llamarse Pepe y otras soserías por el estilo-, sino porque puede que uno y otro perfeccionen la excelente alineación que ganó al Manchester.

Ver un partido del Barça sin estar pendiente del resultado me permitió ver, por ejemplo, que Guardiola ha logrado la perogrullada de que Messi sea el mejor jugador del mundo porque juega en el mejor equipo del mundo, y no al revés; lo hace, además, en el equipo en el que ha estado desde niño, quedando por ver si en todos los demás frentes puede brillar así, véase si no su reciente fracaso con la selección argentina ante Brasil. Y pude también confirmar que, en compañía de otros tres genios (Cesc, Lampard y Gerrard), Xavi e Iniesta son los mejores centrocampistas del fútbol actual. Y que Valdés es el mejor portero que puede tener este equipo y que fue una barbaridad que la temporada pasada algunos insinuaran cambiarlo por Reina o por Diego López, notablemente inferiores a él.

Observé también, desde el primer momento, que Eto'o, sin la alta virtuosidad técnica de sus compañeros y convertido en reiterado impedimento serio para el trenzado de ciertas jugadas, cortaba las combinaciones de su equipo en el centro del campo. Ya sé que es un gran jugador y que el socio barcelonista, en su vertiente llorona y sentimental, lo añorará siempre. Pero en esa final, como venía ocurriendo en tantos partidos de la temporada, apareció sólo realmente en el minuto en que para sorpresa de todos marcó su gol, dio el zarpazo que seguramente decidió el partido, lo que no es poco. Ciertamente no es poco, pero también es verdad que después de ser decisivo se diluyó en correteos incordiantes para todos, no sólo para los centrales del Manchester. Sólo alguien como Guardiola podía decidirse a ser tan decisorio y decisivo como Eto'o, y días después decidir que era mejor abrirle la puerta a este gran jugador y salir en busca de nuevos inventos. De Ibrahimovic, por ejemplo, tan discutido por los socios llorones, pero que en cualquier momento puede empezar a recordarnos a Van Basten. Y no hay que olvidar que Guardiola siempre ha tenido en su punto de vista como modelo al gran Milan de Sacchi, Baresi y Van Basten.

En cuanto a los dos centrales del Manchester, sucedió con ellos algo sorprendente. Antes de la final de Roma estaban considerados como la pareja de defensores mejor del mundo. Pero dejaron de serlo cuando empezó a verse que, a diferencia de los del Barça, eran incapaces de salir con la pelota controlada. Y es más, se vio que el desequilibrio entre los centrales de uno y otro equipo -Piqué y Touré, a diferencia de los ingleses, siempre penetrando en las líneas defensivas rivales- era también decisivo para la superioridad blaugrana. Por otra parte, es posible que de haber jugado Puyol de central -lo hizo de lateral en sustitución de Alves-, el Barça no hubiera contado, en el sentido ofensivo, con la eficacia del improvisado central que fue Touré. Es fácil entender en este contexto por qué interesa a Guardiola un jugador como Chigrinski, que reúne en él solo las mejores cualidades atacantes de Márquez y Piqué. Queda finalmente la cuestión de Henry, que jugó a gran altura la temporada pasada, pero que, por edad y posible relajamiento, ofrece dudas para el porvenir. Ya en Roma fue un leve lastre, aunque lo fue porque salía de una lesión. Laporta ha asegurado haberle dado a Guardiola todo lo que ha solicitado y no espera que éste le desmienta, pero todos recordamos que pidió a Ribéry y que éste no ha llegado porque quien tendría que haber trabajado tanto o más que el entrenador no fue lo suficientemente diligente para prever -o soñar al menos- los retoques que este año eran necesarios para seguir en busca del imposible equipo perfecto.
Enrique Vila-Matas es escritor