martes, abril 21, 2009

TEORÍA SEXUAL DEL GOL por Enric González


Se ha dicho muchas veces que el gol se parece al orgasmo. Existen, por ejemplo, afirmaciones teóricas como la de Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra: "El gol es el orgasmo del fútbol; como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna". Y existen constataciones empíricas. Según Iván Zamorano, "marcar un gol es como tener un orgasmo, algo tan fascinante que cuesta explicarlo". Hay quien considera que la comparación se queda corta: "Este gol ha sido mejor que un orgasmo", dijo Hernán Crespo, en su época milanista, tras marcarle uno al Manchester United.

Yo no estoy tan convencido, aunque no me siento en condiciones de negar que exista una relación directa entre el gol y el placer sexual: nunca he marcado un gol en un gran estadio repleto y nunca he tenido, que yo sepa, un orgasmo ante 60.000 espectadores. Y para opinar sobre esas cosas hay que tener experiencia.

Los indicios, en cualquier caso, se multiplican. Hace unos meses, los servicios médicos del Gremio de Porto Alegre, uno de los grandes clubes brasileños, realizaron un estudio sobre el efecto del sildenafil en el rendimiento de los futbolistas. Según el médico jefe del Gremio, Alarico Endres, el sildenafil, comercializado bajo la marca Viagra, "aumenta y mejora la circulación sanguínea y, por tanto, puede incrementar las prestaciones, sobre todo en altura". Endres se refiere a las prestaciones atléticas, no a las otras. En Italia, la comisión antidopaje ya se ha planteado la posibilidad de incluir el sildenafil en la lista de sustancias prohibidas a los futbolistas.

Los experimentos, hasta ahora, no resultan concluyentes. Rodrigo Figueroa, ex preparador físico del Blooming de Santa Cruz, de la Primera División boliviana, ha revelado esta semana que a lo largo de 2008 suministró sildenafil a varios de sus jugadores cada vez que hubo que jugar en La Paz, a 3.600 metros de altura. El sildenafil era mezclado con zumos de frutas "para que los ocho o nueve que lo tomaban no supieran lo que ingerían", según las explicaciones de Figueroa. ¿Los resultados? "En altitud se gana, se empata y se pierde", declaró el ex preparador físico al diario La Prensa. "La verdad es que se consigue más con una buena charla táctica que con el sildenafil", admitió.

Ni en el Gremio de Porto Alegre ni en el Blooming de Santa Cruz se registraron, al parecer, efectos secundarios especialmente indeseables. Ignoro si alguien ha tenido el valor de experimentar con el sildenafil en una de esas largas concentraciones de pretemporada, generalmente realizadas en altura para favorecer la capacidad de oxigenación. Sospecho que ahí se producirían situaciones de alto riesgo.

Como decía, prefiero no pronunciarme hasta que existan datos más concretos. Evidentemente, nada sería lo mismo si se comprobara que, en efecto, un gol es como un orgasmo. Para empezar, la noción del hat trick adquiriría nuevas y extraordinarias connotaciones.

lunes, abril 13, 2009

EL CHICO Y SU FAVELA por Enric González


Hay muy buenos libros sobre boxeadores. Desde los cuentos de Jack London, como El combate y Por un filete, hasta la clásica novela Más dura será la caída (Budd Schulberg) o la relativamente moderna Fat City (Leonard Gardner), pasando por biografías como The Devil and Sonny Liston (Nick Tosches), se ha escrito muchísimo de boxeo: la dignidad del luchador, la miseria moral, la corrupción deportiva, la corrupción general, la desolación de la derrota, el dolor, la soledad.

También hay buen material bibliográfico sobre fútbol. Pero, es curioso, no sobre las personas que destacan en su práctica. El futbolista parece un espectro sin vida, sin pasado ni futuro, oculto tras el tópico ("hay que pensar en el próximo partido") y la estructura empresarial de su club, envuelto en dinero y rodeado de supermodelos. El futbolista se erige en paradigma de la frivolidad, y eso da para poca literatura.

Es curioso, repito, que las extraordinarias aventuras y los dramas personales de algunos, en especial brasileños y africanos, no se hayan traducido más que en biografías hagiográficas llenas de reverencia o en modestos artículos de prensa. En realidad, las vidas de Rivaldo, Ronaldo o Adriano valdrían como metáforas de una época confusa y disparatada, la nuestra.

No hace falta insistir en la infancia pobrísima de Adriano, Ronaldo y Rivaldo (con secuelas óseas de malnutrición) ni de la ausencia de la figura paterna en un momento clave: Ronaldo era hijo de divorciada en las favelas; Rivaldo perdió a su padre por un accidente de tráfico justo antes de firmar su primer contrato profesional; el padre de Adriano, que tenía una bala incrustada en la cabeza a causa de un tiroteo, murió cuando el hijo empezaba a triunfar en el Inter. Esas circunstancias son sólo una parte del asunto.

Tomemos el caso de Adriano, alcoholizado, según su novia, o ex novia, y "necesitado de nuestras oraciones", según su madre. El ariete del Inter gana cinco millones de euros al año, a los que ha renunciado mientras no juegue. Adriano ha protagonizado numerosas fugas a Brasil para refugiarse en su viejo barrio. El futbolista millonario toma un avión en Milán, primera clase, y desembarca en la favela de su infancia para compartir cervezas y prostitutas con sus amigos de toda la vida. Sus amigos, ahora, se dedican mayormente al narcotráfico y a la delincuencia organizada. Las fiestas duran días, semanas. Adriano ha ido hundiéndose en esa esquizofrenia: ídolo de oro en Europa, pandillero salvaje en América. El chico dejó la favela, pero la favela no dejó al chico.

Por alguna razón, las tragedias personales de los futbolistas no inspiran como las tragedias de los boxeadores. Ni siquiera dan frases como las de los boxeadores. Aquélla de Larry Holmes, por ejemplo: "Es duro ser negro. ¿Ha sido usted negro alguna vez? Recuerdo que yo lo fui, cuando era pobre". Las frases del fútbol hablan del fútbol, no de la sociedad. "Fútbol es fútbol", y todo lo que al fútbol se refiere parece convertirse en espectáculo y divorciarse de la vida. Pura frivolidad, se diría. ¿Por qué dejamos escapar esta metáfora sobre nosotros mismos?

lunes, abril 06, 2009

FALTÓ LUTHER BLISSET por Enric González

En torno a Luther Blisset, un viejo conocido de este blog.



Tantos ojeadores, tantos fichajes, tanto dinero gastado, y al Inter se le escapó Luther Blisset. Fue una lástima. Massimo Moratti, el presidente del Inter, ha comprado a precio de oro los paquetes (bidoni, en italiano) más estrepitosos que han pasado por el calcio: Gresko, Vampeta, Brechet, Cayo, Choutos, West, Pancev, Dalmat, Kallon... No vamos a dar la lista completa porque no hace falta. Tampoco entraremos en el tema de la gerontofilia ni en los fichajes de ancianidad manifiesta, del tipo Figo o Vieira. Ni en los despidos improcedentes, como el de Roberto Carlos, vendido al Real Madrid por ser "inconcreto".

El caso es que Luther Blisset, ínclito no-goleador milanista en los 80 (con una media de un gol cada 720 minutos), es ya un símbolo. Existe un Proyecto Luther Blisset; una novela, Q, firmada por el Colectivo Luther Blisset; varios grupos antisistema Luther Blisset. El lamentable delantero centro de origen jamaicano, primer jugador negro en marcar un hat trick con la selección inglesa (en un partido contra Luxemburgo), ha adquirido una dimensión casi planetaria. Y, ya retirado, no pierde el humor: asegura que en su discretísima carrera futbolística y en su esplendoroso fracaso en el Milan se limitó a seguir un guión, escrito, evidentemente, por el colectivo literario Luther Blisset. Es curioso que el Inter, especialista en bidoni, dejara perder la oportunidad de contar con Blisset. Aún más curioso, sin embargo, es que mantenga la capacidad de convertir en bidoni a futbolistas más que respetables. Mancini, por ejemplo. En el Roma fue un espléndido extremo y un goleador; en el Inter no ha sido nada. Adriano, que jugó de maravilla cuando concluyó su cesión al Parma, se ha convertido en un golfo. Ibrahimovic sigue siendo uno de los mejores delanteros del mundo, pero ahora que figura también entre los mejor pagados (casi 11 millones anuales) dice que el dinero no le importa, y que le gustaría irse a un club "ganador".

Llegó a pensarse que la llegada de Mourinho acabaría con el desorden genético del Inter, o al menos lo moderaría. Pero la Bienamada, la única que se ha mantenido siempre en Primera, la que más seguidores tiene en Italia, sigue aferrada a sus tradiciones. Con Mourinho, cierto, ganará con casi total seguridad el scudetto. También lo ganó con Roberto Mancini. Lo del scudetto está bien como premio de consolación. Aunque un club tan grande y con un presidente tan rico (el petrolero Moratti ha gastado en una década casi 500 millones en fichajes) agradece los títulos ligueros, sólo sueña con la Liga de Campeones. Y ahí se suceden los bochornos.

Esta temporada, al menos, el Inter ha caído con el campeón, el Manchester. Lo típico solía ser la eliminación frente al Valencia o el Villarreal, con agresión, tángana y vuelta al ruedo de Materazzi. Pese a esa leve mejoría, y a la satisfacción de los interistas ante las desgracias del Milan, el balance volverá a cerrarse con tristeza. Dicen que Mourinho pide otros seis fichajes, todos de la Premier, que vendrían a costar 60 millones. Es posible que Moratti pague, y muy posible que se vuelva a fracasar. ¿Estaría dispuesto Luther Blisset a fichar por el Inter, como presidente-entrenador?