Gracias a Julio Más
En 1937 el club donde Samitier había chutado prodigios no tenía una peseta en sus cajones y los directivos temían que los jugadores fueran movilizados al frente en la guerra civil. El Barça solo disputaba algunos partidos de despiste con equipos valencianos.
En Homenaje a Cataluña, George Orwell dejó constancia de la forma en que un pueblo convirtió sus convicciones en barricadas y soportó los bombardeos hasta la derrota. ¿Tenía sentido salvar un equipo en tiempos en que no podía salvarse un país? Parece que sí. Algunos activistas se empeñaron en la desmedida tarea de que el Barça no se sometiera a otra justicia que los goles.
A fines de 1936 llegó una invitación para hacer una gira por México el siguiente año. En principio, el asunto tenía interés económico (en las arcas del club ya solo vivía un ratón), pero a medida que se agravaba la situación política, el viaje se convirtió en una suerte de escape. En un libro esencial, El Barça en guerra, Josep M. Solé i Sabaté y Jordi Finestres definen este episodio como "la gira salvadora".
El presidente de México, Lázaro Cárdenas, se involucró en las gestiones y la llegada del Barça anticipó la política de asilo a los republicanos. Por su parte, el presidente Lluís Companys apoyó los preparativos en un clima de profética nostalgia: el 18 de mayo de 1937 el FC Barcelona subió a un tren con jugadores que no volverían a jugar en la ciudad condal.En medio de la crisis se volvió importante el miembro más humilde del equipo, ese hombre que nadie advierte hasta que un semidiós se viene abajo y es revivido con una esponja muy gastada: el masajista. En la presente época de gloria y caviar conviene recordar a Ángel Mur Navarro, cuyo principal oficio era el entusiasmo y que se unió a la gira como masajista de última hora. En los ratos sin brújula del exilio, Mur Navarro levantó los ánimos. Durante décadas el masajista forjado en la guerra atestiguaría eminentes calambres sobre el césped y acompañaría a los jugadores como una sombra imprescindible.
El Barcelona ganó cuatro partidos en México y perdió dos, y participó en ruidosas cenas en el Orfeó Català. El periódico El Universal saludó su desempeño en estos términos: "El Barcelona ganó o perdió y ni sus victorias le hicieron perder la cabeza ni las derrotas, los bríos".
Las paellas vernáculas le supieron bien a los jugadores. De los once titulares, nueve se quedaron en México y dos se exiliaron en Francia. Los suplentes que regresaron a España tuvieron que esperar hasta la temporada 1941-42 para volver a vestir la camiseta blaugrana. Es mucho lo que México le debe a la impronta de los catalanes republicanos. Baste recordar a Martí Ventolrà, cuya recia quijada anticipaba tiros al ángulo, y a su hijo Martín, que deslumbraría a mi generación y participaría en el Mundial de México 70 con la selección nacional.
El Barça encontró refugio en México, pero se salvó al precio de desmembrarse. Ángel Mur Navarro fue uno de los pocos que regresó al mar Mediterráneo.Hubo un tiempo, decisivo y casi olvidado, en que el Barça decidió su suerte en la precariedad. De aquel equipo solo quedaba un masajista y una esponja.Con esas armas refundó su historia.
Juan Villoro es escritor
1 comentario:
¡¡¡¡extraordinario!!!
gracias por ponerlo.
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