Es fácil que la melancolía otoñal se enganche al pasado, lo maquille, lo deforme, lo edulcore, se autoengañe con esplendores en la hierba que casi siempre fueron fugaces. Me ocurre con el interrogante de aquella canción de Formula V que una serie de televisión volvió a poner de moda: «Cuéntame cómo te ha ido, si has conocido la felicidad». La respuesta a algo tan categórico, cuando ya no puede existir ningún rito iniciático, siempre es tan dudosa como compleja. A veces sonrío, intentando evitar que ese gesto consolador se transforme en un rictus amargo. Otras, me ayuda a clarificarme el caos cercano a la desolación que expresaba Manolo Tena en otra canción memorable: «Todos me preguntan: '¿qué te pasa?' y yo no sé qué contestar».
Continúan torturándome los ecos retros y melómanos con aquella vieja queja tan extendida entre las sufridas y sumisas hembras españolas de la era franquista: «No sé por qué los domingos por el fútbol me abandonas». Ninguna incertidumbre hamletiana en la explicación del macho. Porque la inexcusable cita de la tarde del domingo otorgaba en horario invariable tensión, placer e ilusión. Veintidós personas alrededor de una pelota adquirían dimensión épica y lúdica, hacían luminoso el color habitualmente grisáceo de la realidad, conseguían que el personal identificara sus sueños con las deseadas hazañas de los gladiadores incruentos, desaparecían los odiosos tiempos muertos, se suplían variados tipos de carencias. El fútbol era el opio del pueblo, pero los dueños del gran tinglado aún no habían decidido explotar su mercantilismo hasta matar de sobredosis a la clientela. Esta sabía que conseguiría su droga exclusivamente en la tarde del domingo y el resto de la semana se concentraría en hablar de las delicias del último pasote y anhelar el siguiente. La avaricia de los traficantes acabó con esa drogadicción pausada. En mi caso han conseguido que me desenganche, que pase del fútbol excepto cuando la mercancía tiene toda la pinta de ser excelsa.
No soporto encender la tele cualquier día, a cualquier hora, en cualquier cadena y encontrarme con fútbol. Es uan sensación mareante, abusiva, con capacidad para provocar el asco.
En nombre del antiguo y duradero amor todavía es posible fijar ligeramente tu atención en la belleza de un gol o de una jugada, pero el material adicional que acompaña a esto es insufrible.
Me refiero al cochambroso, obvio y patético nivel expresivo de los comentaristas de los partidos, a los impresentables presentadores de los programas de fútbol, a los estomagantes tópicos, la inanidad, los lugares comunes y la estupidez que forman las señas de identidad de las entrevistas, al ridículo sentido del humor y la grotesca agudeza mental que pretenden imprimir los conductores de un circo que parece ideado para unos receptores entre ágrafos y analfabetos.
Hay excepciones, pero son mínimas. Si quiero ser respetado y que no me traten como a un disminuido mental sólo encuentro el perdurable oasis de El día antes y El día después. A cambio me obligan a sufrir vergüenza ajena con los extenuantes Estudio estadio, Fútbol es fútbol y los bloques deportivos de los informativos intentando estirar lo inestirable. Ya no abandono a nadie por el fútbol. El desamor hacia él no me consume sino que me libera.
Nota: De acuerdo, pero a pesar de todo el fútbol y sus historias paralelas siguen siendo maravillosos. El amor al fútbol siempre me pareció tan extraño. Así que hoy cosas raras:
3 comentarios:
Igual????
Los comentaristas de hoy en dia dan pena.La Sexta hay mucha gente a la que hace gracia, a mi no. Montes me parece patetico y ni siquiera sabe los nombres de los jugadores. De la actualidad televisiba, solo salvo a Carlos Martinez y Michael Robinson que son los que mas me gustan.
Ola, what's up amigos? :)
Hope to get any help from you if I will have some quesitons.
Thanks and good luck everyone! ;)
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