Una mirada atrás recordando uno de los años fatídicos de Guardiola, hoy en boca de muchos por llegar al banquillo del Barça. Como ya sabrán quienes hayan seguido mínimamente este blog, Guardiola es una debilidad personal por su juego y por todo lo que suponía de extraordinario en el mundo de los futbolistas. Es una mirada hecha desde alguien totalmente ajeno al fútbol por lo que me ha parecido interesante.
Conocí a Pep Guardiola por azar poético. Y no es una metáfora lírica. Carga con esa maldición en el mundo del fútbol que es encontrarle placer a la lectura. No en vano hace poco leí una entrevista con un futbolista y a la pregunta "¿último libro leído?" contestaba "ninguno". Con un par. Bueno, pues Pep se sumó a unas lecturas, junto a Lluis Llach y Ariadna Gil, del poeta Miquel Martí Pol, que desde entonces lo adoptaría como lector predilecto, y allí nos conocimos. Y como siempre pasa, Pep quería hablar de libros y películas, y los literatos y peliculeros lo único que queríamos era hablar de fútbol.
La amistad instantánea consiste en conocer a alguien, charlar con él y saber inmediatamente que aquel tipo se va a convertir en imprescindible en tu vida. Eso nos pasó. Poco tiempo después Pep sufrió la más grave lesión de su carrera, esa lesión que los médicos no acertaban a definir, que le impedía golpear el balón y que le mantuvo inactivo durante un año. Año en el que muchas lenguas especularon con sus gustos sexuales, aficiones psicotrópicas, enfermedades incurables y demás patrañas, en lugar de preocuparse por si había un tío sufriendo que necesitara un gesto de apoyo.
Un futbolista que no juega es una persona infeliz. Como amigo yo traté de llenarle los ratos sociales con libros, películas, gente nueva, mientras él ocupaba los ratos privados en ensayos con su novia Cristina para fabricar a su hija que llegaría definitivamente a tres días del cambio de siglo. Pero quién me iba a decir a mí que el annus horribilis de Pep se iba a convertir en un lujo para mí. Vi sentado junto a él en la tribuna del Nou Camp, a ras de césped, algunos partidos que jugaron sus compañeros. Y entonces supe que de fútbol se podía saber, no sólo especular con teorías vacuas y fanatismos desatados, sino que tenía un lenguaje sencillo, como el de todos los oficios, pero que sólo los muy profesionales saben descodificar.
Yo escuchaba a Pep decir cosas como: "Cruyff me dijo que si me hacían faltas era culpa mía, por tener el balón demasiado rato. Hay que soltarlo antes", "El balón corre más que cualquier persona, es él quien debe correr", "Ese tipo es un 'cartero' entrega el balón después de darle la mano a su compañero, en lugar de lanzárselo", "La primera patada y el primer tiro a puerta siempre tiene que ser de tu equipo, así juegan los italianos", "Mira ese de ahí, se esconde, tus compañeros lo que necesitan es saber que estás disponible siempre", "Antes de que te pasen el balón debes saber dónde lo vas a mandar, si no está claro, mejor guárdalo, dáselo a tu portero, nunca lo regales", "Te sonará a gilipollez, pero al fútbol se juega con un balón", "Con Romario sabías que no podías contar, pero que si le ponías un buen balón él iba a meter el gol, y el gol era lo único que necesitabas de él", "Cuanto mejor es el rival y más temible el campo, mejor juegas", "El público suele aplaudir al jugador populista, que regatea inútilmente, que corre a salvar un saque de banda estúpido, que abronca a los compañeros cuando se pierde y que pide la pelota cuando se gana, esto es así", "El fútbol es el juego más sencillo del mundo, basta que tu pie obedezca a tu cabeza".
Pep no es nada profesoral, pero será un gran profesor de futbolistas. Es un producto de entrenadores adecuados en la edad adecuada, es seguidor a ultranza del equipo en el que juega, del equipo en el que soñó jugar, privilegio que le está permitido a muy pocos. Posee varias peculiaridades como futbolista que lo engrandecen: respeta a los mitos, escucha a los que saben más que él, ambiciona el partido perfecto, se reconoce pieza de un circo mediático y social incontrolable, del mismo modo que a ratos se ve como un gran impostor, es buen compañero, le divierte jugar y tiene curiosidad por todo.
Pep es como los personajes de las películas de Howard Hawks, hace las cosas en el campo no esperando que le feliciten, sino porque considera que hacerlo bien es su trabajo. Además, suele afirmar que llegará el día en que nadie sepa quién es. Yo lo dudo.
David Trueba, escritor, guionista y director de cine
6 comentarios:
Muy bien traída la entrada, es curioso ver como lo que se decía hace 8 años de Guardiola como jugador es su mejor aval como entrenador
Pues recuerdo como se especulaba sobre la enfermedad que tenía Guardiola y su opció sexual...en esos programas radiofónicos nocturnos de "deportes"
Buena tarde para ser aficionado al futbol.
Una pena no haber nacido con el gen.
A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.
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