viernes, abril 28, 2006

FÚTBOL, ¿UNE O DIVIDE? por Raul Fain Binda



Los que piensan que el fútbol es disgregador, le atribuirán la corrupción de los intolerantes, de los racistas y los violentos. Los que piensan que es unificador, dirán que da aliento y socorro a las personas de buena voluntad que se oponen a los corruptos.

La distinción es importante, porque tiene que ver con la responsabilidad social de una de las actividades más apasionantes de la vida moderna. El interrogante del millón de dólares, ¿el fútbol une o divide, puede resolver conflictos sociales

Por nuestra parte, ofrecemos un enfoque complementario, para quienes se resistan a reducir el problema a sus dos opuestos lógicos, bueno o malo, lleno o vacío.

La naturaleza del fútbol depende de la naturaleza de los hombres y de las mujeres, no al revés. En otras palabras, el fútbol, por sí mismo, no tiene conciencia moral ni responsabilidad ética, como sí las tienen los seres humanos, aunque a veces parezca mentira. En esto, el fútbol es como el sexo, que también puede unir o dividir a hombres y mujeres.

En Football Against the Enemy, un libro ya clásico, Simon Kuper cuenta una de las anécdotas más deliciosas y terribles al mismo tiempo, que refleja todas las aristas del problema. El Muro de Berlín fue levantado entre gallos y medianoche, en 1961, dividiendo familias, amigos, amantes y, también, a los hinchas de los dos clubes de fútbol de la ciudad: Dynamo Berlin y Hertha BSC. El Dynamo era una criatura de la ocupación soviética, de modo que sus instalaciones y la mayoría de sus seguidores quedaron en el sector oriental, pero el Hertha, el club tradicional de la ciudad, tenía muchísimos hinchas desparramados en todos los barrios.

El estadio del Hertha quedó en el sector occidental, a pocos metros del muro, y era un magneto para los hinchas que quedaron en el sector oriental. Durante varios meses, centenares de personas se congregaron los días de partido al lado del muro, escuchando ansiosamente y estallando de júbilo cuando a lomos del viento llegaba el sonido del festejo de un gol o una buena jugada del club de sus amores.

Los guardias del muro pusieron fin a esta conmovedora muestra de fidelidad, que ellos encontraban "disgregadora", abriendo entonces las puertas a otras formas de tráfico sentimental: el de camisetas y recuerdos del Hertha y otros clubes de la Bundesliga.

Cuando el muro cayó, miles de alemanes orientales cruzaron al sector occidental, luciendo con orgullo sus camisetas de clubes del oeste, muchas llenas de agujeros.

No fue el fútbol lo que dividió a los berlineses: lo hizo una decisión política tomada por los hombres. Tampoco fue el fútbol el que derribó el muro y unificó a los alemanes, pero contribuyó a que esa gente siguiera soñando su sueño de unión.

Los burócratas de Alemania Oriental manufacturaron a fuerza de entrenamiento y dopaje muchos campeones de atletismo y natación, pero no pudieron crear buenos futbolistas. Esto habla mucho y bien de la base popular del fútbol. A fin de cuentas, el fútbol es lo que la gente quiere que sea.


No hay comentarios: