miércoles, marzo 29, 2006

CORTE DE MANGAS A LA ITALIANA por Raul Fain Binda


Los clubes, por tolerar a los violentos, dicen unos. La policía, que ampara a los ultras, creen otros. Las autoridades del fútbol italiano, que se lavan las manos, dicen por allá. Las del fútbol europeo, cuyas sanciones son patéticas, acotan por acá. En realidad, todos tienen razón. Y también se quedan cortos, porque todo el sistema hace agua.

En Italia piden a gritos la introducción del "sistema inglés", o una variente más estricta, como la holandesa.Este sistema requiere que la policía o los clubes, o ambos, conozcan a todos los espectadores, sepan donde están ubicados y tengan atribuciones para impedir su ingreso a los estadios, en caso de mala conducta.

Esto es imposible en Italia sin una profunda reforma de todo el sistema.

Estadios municipales
Ocurre que en Italia los clubes no son dueños de los estadios. Todos los clubes de Serie A y Serie B juegan en estadios municipales. El Inter y el Milan comparten el San Siro, pero no pueden mover un dedo para mejorar sus instalaciones y el campo de juego, cuyo mal estado crónico es una vergüenza.

Tampoco pueden responsabilizarse de la seguridad, ya que para eso necesitarían guardias profesionales, como en Inglaterra y Holanda, pero la policía no tolera esta competencia.
¿Instalar cámaras para individualizar y vigilar a los exaltados? Sí, es una buena idea, pero las leyes que protegen la privacidad de las personas impiden o por lo menos dificultan la presentación de las imágenes como evidencia en los tribunales.

Los clubes tienen las manos atadas aunque conozcan las malas intenciones de determinados individuos antes de ingresar al estadio. Si esas personas quieren comprar entradas, pueden hacerlo (en Inglaterra y Holanda se las negarían) y con ellas en su poder, ¿quién puede negarles el ingreso?

Impunidad en la tribuna
Ni la prevención ni la represión son eficaces en el marco del fútbol italiano. Cuando el inadaptado ha comprado la entrada a la que tiene "derecho", se incrusta con sus semejantes en las famosas "curvas" y allí es amo y señor. Puede arrojar lo que se le antoje (en una ocasión célebre hasta arrojó una motocicleta), sabiendo que la policía sólo intervendrá cuando la situación ya es incontenible.

Así, los municipios, los clubes y el gobierno se lavan las manos y dejan la responsabilidad a la policía, que por supuesto toma la línea del menor esfuerzo.

Blindaje político
Los grupos ultras son, en realidad, bandas de choque político, fascistas en algunos clubes, comunistas en otros, con todos los contactos y protectores que cabe imaginar.

De los policías italianos se puede decir muchas cosas, pero nunca que sean estúpidos.Lo primero que hacen los policías es negociar con los ultras los términos de la convivencia. En la práctica, la policía muchas veces termina protegiendo a los ultras, al mantener separados a los grupos rivales. Sus intervenciones, siempre brutales, sólo ocurren cuando la tribuna está en llamas.

Los perros de la violencia
Estos arrebatos de celo policial provocan a los ultras a nuevas reafirmaciones de su poder, como cuando cuatro jefes de la hinchada del Roma ingresaron a la cancha, en el derby ante el Lazio, y presentaron un ultimátum a Francesco Totti para que retirara al equipo. Si no lo haces largamos a los perros, le dijeron. Totti accedió, por supuesto. ¿Qué otra cosa podía hacer?

La identificación de los grupos ultras con ideologías políticas tiene en Italia una importancia más decisiva que en otros países con identidades similares. En las tribunas bravas del estadio Olímpico de Roma, o en el San Siro de Milán, el primer objetivo es político. Los colores del club vienen después.

Otro lavado
El primer ministro Silvio Berlusconi, también propietario del club AS Milan (y jefe de Adriano Galliani, número 2 del Milan y presidente de la Lega Calcio) ha prometido legislación para corregir todas estas deficiencias.

Excelente, aunque conviene tener en cuenta que los italianos todavía están esperando otras importantes reformas prometidas hace tiempo por Berlusconi. Lo único concreto, hasta ahora, ha sido la orden a los árbitros de todas las divisiones del fútbol italiano, de suspender de inmediato los partidos cuando los proyectiles comiencen a caer al campo.

Los gobernantes italianos deben tener las manos más limpias del mundo, después de tantos lavados.

1 comentario:

Leonardo dijo...

No estaba muy al tanto de la tan compleja situación que existe en Italia como para poder combatir estos problemas.
Saludos.