miércoles, agosto 24, 2005

ESPEJISMOS FUTBOLÍSTICOS por Vicente Verdú

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El partido se desarrolla sin libreto, a diferencia del cine, el teatro o el telefilme; cuenta pues con los componentes de una aventura de la que se ignora el proceso y, sobre todo, el final. El marcador, justiciero, inapelable y total. De esa manera el espectáculo deportivo y significativamente el partido de fútbol (donde la predicción es notablemente menor, debido a las dificultades de control con el pie y a las inevitables irregularidades del campo) se presenta como la vida misma expuesta a lo largo de la cancha.

La justicia, el azar, el esfuerzo, la colaboración entre amigos o familiares, la adversidad, la suerte, acuden al campo como atributos capitales de la vida misma. El espectador sigue el espectáculo y obtiene una doble gratificación posible: la oportunidad estética del buen juego (no siempre garantizada pero crecientemente promovida por los clubes-espectáculo), y la vivencia de una vida "real" en paralelo: fuera de sí pero afectando emotivamente el interior. Con una ventaja impagable: cuanto sucede en la cancha nos afecta de verdad pero en la conclusión el daño recibido es "de mentira". La decepción de un mal resultado amarga la velada pero nada comparable a un revés familiar.

De esa manera el juego se hace doblemente: se juega dentro y fuera del césped, se juega con las emociones de verdad (para degustarlo mejor) y de mentira (cuando son negativas) para protegernos de su falso dolor. Los aficionados sufren así, se desesperan, confían, se desalientan, se ven recompensados por la justicia o por el destino tal cómo ocurre fuera del recinto pero la dosis que se recibe en el encuentro se desvanece sin consecuencias poco después.

En cuanto a todo el proceso de vivencia como hincha, el ciudadano recibe de su equipo un aporte estatutario que no encuentra en su discurrir normal. Su equipo le representa y actúa por él dentro de un nivel superior, a una altura inalcanzable. La adherencia de un aficionado a un club grande eleva simbólica o psicológicamente su talla, le reconforta integrado en una empresa común.

Los equipos de fútbol en la Liga española y otras participantes en la Champions League son conjuntos cuajados de figuras estelares, multimillonarios en dólares, internacionalmente famosos, planetariamente deseados, profesionalmente reverenciados. La luminosidad de esta conjunción convierte el espectáculo del fútbol en una experiencia extraordinaria que si traspasa lo real en cuanto a sus grandes metáforas, no lo anula, sin embargo, por completo.

El partido toma de lo real los caracteres del drama pero desborda lo común en cuanto que cada encuentro es motivo de transmisiones en las que participan cientos de millones de oyentes y telespectadores. Gentes de todas las clases que, al igual que cada uno de nosotros, comulga con el mismo suceso. Un suceso tan excepcional que nos asciende, tan global que nos trasciende.

De esta manera el fútbol nos electriza, nos exalta. Porque incluso los reveses que se padecen en cuanto aficionado tienen el carácter, dentro de la hinchada o en toda la nación, de las grandes derrotas bélicas. El fútbol, grande en sí, multiplica nuestras proporciones, nuestros registros emocionales e imaginarios y nos ingresa en un ámbito de fascinación ¿Una ilusión? ¿Una niñada? Efectivamente. El mundo está puerilizado y tiende cada día más a esta condición. Es necesario hacerse niño para cultivar la ilusión de un hincha. Pero cuando esta misma ilusión es, además, vivida masivamente y las ciudades se detienen, las calles se desertizan y los actos políticos o la justicia se aplazan a causa del partido, algo serio y real ocurre a la vez.

El fútbol, más que otros deportes, ha logrado este nuevo sortilegio. Ha conseguido introducirse en lo social con un efecto hiperreal: más real que lo real sin ser precisamente de este mismo mundo. Una nueva naturaleza real/irreal en el ejercicio de vivir infantilmente y asociada a otros casos de clonación o remedo de lo real que definen en conjunto una nueva etapa del sistema que he llamado "capitalismo de ficción", en un intento de definir el nuevo y transparente estilo del mundo.

Vicente Verdú es escritor y periodista. Extracto del artículo "Espejismos deportivos" en EXIT, Imagen & Cultura nº 15 , agosto/septiembre/octubre 2004

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