martes, junio 20, 2006

ESPLENDOR EN LA HIERBA por Ximo Brotons

"Algo vuela hacia el sol y no se sabe
si es la pelota o si es la misma tierra"

Baldomero Fernández Moreno


A Javier Marías se le puede perdonar todo, incluso –y ya es perdonar- que sea aficionado del Real Madrid. Porque gracias a este dato el señor Marías nos ha brindado a todos los amantes del deporte del balompié una selección de textos más o menos breves que están llenos de emoción, recuerdo, humor y fantasía.

No supone ninguna novedad resaltar la peculiar maestría literaria de Marías; sí lo es sin embargo leerla al servicio de un tema abusivamente tratado (el adverbio se queda corto) en los media. Por eso resulta tan grato y revulsivo, por eso produce temblor y hasta una pizca de orgullo comprobar que nuestro querido deporte rey no tiene por qué estar reñido con la alta literatura, como no lo están otras actividades de mayor solera y tradición (pienso por ejemplo en las piezas que cada año Fernando Savater escribe sobre el Derby Day, la famosa carrera de caballos). Y es que hasta ahora casi ningún gran escritor o artista –olvidemos a los oportunistas de hoy en día- han hablado bien del fútbol: un deporte jugado y seguido por las clases más bajas de la sociedad, un juego afeminado y traicionero, un deporte simiesco que se practica con los pies y no con el cerebro y las manos, etc., etc.

Ante tal avalancha de insultos, a los futboleros no nos bastaban ya aquellas palabras de Nabokov cuando rememoraba sus años balompédicos en Cambridge: “Oh, desde luego tuve mis días brillantes y vigorosos: el magnífico olor del césped...”. Tampoco nos bastaba el aliento trágico de Camus, que viva siempre en nosotros, también portero como Nabokov pero no en los cielos grises de Inglaterra sino bajo el sol azul de Argel. Es decir, teníamos dos porteros de primera categoría, incluso algún centrocampista memorable como Montaigne (quien en un pasaje de sus ensayos utiliza “el juego de la pelota”
para fabricar una comparación con el hecho de dialogar). Pero nos faltaba alguien ofensivo, repelente, impertinente, quisquilloso, alguien que incordiase a nuestra enemiga la muerte y a todos sus mortecinos burócratas, alguien que ya no sólo se defendiera celebrando sus recuerdos futbolísticos de juventud sino que se fuera al ataque para volver a ganar esa juventud que, como bien dijo el poeta, es sin duda nuestro más divino tesoro.

Pues bien, voilà, ese ser ofensivo se llama Javier Marías y es, ciertamente, nuestro delantero zurdo, nuestro Gento o nuestro Luis Suárez, o mejor aún, nuestro Garrincha o nuestro Antognoni. Ha escrito una fiesta de libro del que los aficionados estamos esperando ya nuevas entregas y donde habla de los inevitables Barça y Madrid, de la voluntariosa pero ineficaz selección española, de los mundiales y las eurocopas, de la gran final de la Copa de Europa de clubes (que sigue siendo la cumbre de todas las temporadas, final a la que en una ocasión asistí para ver triunfar en directo al Barcelona en el estadio más bello del mundo, el añejo Wembley, situado en Londres y a fecha de hoy cerrado para ser ultramodernamente remodelado...). Marías
recuerda cuando jugaba a chapas con su hermano, y al increíble Di Stéfano, y por la vía diletante nos entretiene hablando de los uniformes de los equipos, de los himnos nacionales, de las idiosincrasias de los clubes. Aquí un amago, allí un pase en profundidad, más tarde un desmarque y, ¡pronto!, un remate a la red. Así escribe Marías y así se juega, con desparpajo, con temple –y sobre todo con corazón.

Hay dos artículos y una idea en "Salvajes y sentimentales" (Aguilar) que me gustaría subrayar. La idea consiste en comparar el fútbol con las películas y los géneros cinematográficos. Es una apuesta arriesgada que el escritor sabe sin embargo desarrollar hasta lo hermosamente exacto, como cuando pone en paralelo los respectivos 5-0 del Barça y del Madrid con la épica de las películas del oeste y en concreto con la áspera pero sabrosa y sabia melancolía de "Grupo salvaje" de Sam Peckimpah. Protagonista indiscutible de dichas tragedias fue el presuntuoso, pesetero y marrullero Johan Cruyff, que no por nada ha representado, ha sido, durante la última década el personaje más revolucionario, más apasionado y más imprescindible del fútbol en España y en el mundo. Esa fiesta del ganar y del perder, esa extraña paradoja de la repentina tristeza que sucede a la victoria (fue Kafka quien escribió sobre el “fracaso del éxito”) y de la sorprendente alegría que sobreviene en el fracaso (¡la carcajada áurea de la que habla Nietzsche!) es una de las lecciones no menores que el fútbol también puede enseñar, y esa lección se resume quizá en aquello que el barón de Coubertin expresó sobre la importancia de participar, como si el éxito que todos deseamos se diese entonces por añadidura, inesperadamente, en un redoble triunfal en el que un íntimo agradecimiento anula por completo al rencor.

Los dos artículos que he mencionado tratan uno sobre la patada que el jugador y actor Eric Cantona propinó a un hooligan y el otro sobre las estancias infantiles de Marías en el pueblo de Soria. Pero yo diría que ambos textos hablan de la dignidad, o del amor propio que lucha y se
entrega. Y es que entre tanta bazofia televisiva, entre tanto millón indecente, entre tanta histeria nacionalista y tribal, hay en el juego del fútbol algo que también pertenece a la esfera de lo noble y de lo libre. Una vez leí un reportaje sobre la miseria y el hambre en Sierra Leona. Allí se decía que pese a toda la desventura de África todavía se veía a gente “haciendo el amor y jugando al fútbol”. Creo que desde ese viejo rincón nuestro que se empeña en celebrar su juventud y su vida a pesar de los pesares ha escrito Javier Marías este libro, para todos para nadie, para quien lo probó y lo sabe.

Ximo Brotons es profesor de filosofía

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola, soy el autor del texto. Lo digo para que puedan identificar mis comentarios. Gracias al anfitrión del sitio.

Holden dijo...

Grandísimo y emocionante texto.
Que gran selección (la de textos, no me refiero a ninguna del Mundial, ni siquiera a Argentina ;)