viernes, noviembre 11, 2005

LA ELÁSTICA, UN REGATE

Ronaldo ha explicado decenas de veces aquel regate angular con el que le anudó las neuronas a Delfí Geli en la Supercopa 96-97. Puestos a sacarle un parecido, bien podríamos decir que fue la radiografía de un relámpago. Un destello azul hacia la izquierda, enganchado a un resplandor blanquecino por la derecha. Ronaldo ha indicado que en Brasil llaman La Elástica a esa cinta quebrada, quizá porque sería un gesto sólo posible en quienes tienen el pie de hule. Después, aclaró que es una pieza catalogada en la arqueología del fútbol de su país, y que él la descubrió, como se descubre una joya familiar al fondo de un viejo baúl, en la videoteca de Rivelino, aquel 10 agitanado que usaba las guías de su enorme bigote de bucanero como telémetro. Con ellas lograba medir distancias y hacer puntería.

Conviene indicar que en España este pase magnético no era una experiencia nueva. Ya habíamos visto ese mismo recurso de prestidigitador en la chistera de Fernando Redondo, si bien esta versión tenía el dibujo invertido como corresponde a un actor zurdo; o sea, a uno de esos tipos misteriosos que ven el mundo al revés y juegan al otro lado del espejo. Redondo arrastraba el balón hacia la derecha, le cambiaba el perfil al defensor contrario, hacía una torsión corporal, escapaba por el otro costado, y atajaba hacia el palo por el callejón del 10.

Muchos años atrás, había hecho carrera con ese recurso su verdadero descubridor: el gran Mané Garrincha. Como todo pionero, aquel chueco de color café marcaba mucho más las aristas del invento. En vez de arrastrar la pelota en un solo viaje a un lado y a otro, él daba dos toquecitos, tip para dentro, tap para fuera; luego rompía hacia el banderín de córner derecho, y desde allí facturaba un centro sobre puerta que era tres cuartos de gol. En los días felices de la selección de Brasil, un tal Pelé se encargaba de firmar la diablura en la boca de gol.

Sabemos finalmente que cierta noche, en el Camp Nou, Romario de Sousa Faría encaró a Alkorta, y consiguió sintetizar aquella cinta en una sola curva excéntrica.

No hay otros antecedentes oficiales de esa pieza mágica. Quien quiera investigar más allá de lo visible tiene un solo camino. Debe perderse en los más lejanos arrabales de Brasil, buscar a los niños contrahechos, y poner atención a todos los ardides que utilizan para compensar sus penas.

Porque es indudable que un atleta perfecto jamás buscaría la salvacíón fuera de su propia musculatura.

1 comentario:

Leonardo dijo...

Además como dice Umberto Eco: Solo se escriben libros sobre otros libros y en base a otros libros. No quiero decir que todo está inventado, pero la originalidad reside en combinar las cosas conocidas como nadie antes lo había hecho o difundido.