sábado, mayo 07, 2005

SEGÚN EDUARDO GALEANO

El mundo intelectual siempre ha adoptado una actitud despectiva y arrogante con el fútbol y todo lo que este deporte desata como pasión colectiva. Este juego ha sido condenado por intelectuales de derecha e izquierda. En la derecha, porque, dicen, es la prueba de que el pueblo piensa con los pies; y en la izquierda, porque creen que el fútbol tiene la culpa de que la gente no piense. Por suerte, en estos últimos años la actitud ha cambiado. Muchos intelectuales han salido del armario, como dicen de los homosexuales. Tenían vergüenza de su pasión y ahora ya la muestran y hablan de ella.

Siempre, claro está, que se juegue bien. Me refiero a esos partidos en los que se juega por jugar y no por ganar. El balompié es un deporte que sirve para limpiar el alma y cuidar el cuerpo.

Eduardo Galeano es escritor uruguayo

2 comentarios:

Recopilador de Historias dijo...

O no. La gran masa no se va a parar a escuchar a hablar a un intelectual porque le hable de fútbol, si no mira con que desprecio se trata a Valdano y todo porque se autoproclame "vaso comunicante" entre el fútbol y la cultura. La cuestión es, por qué el fútbol tiene que guardar esa desconfianza con la cultura??

Abel dijo...

En mi humilde opinión, el fútbol sirve para que uno se divierta; así que es mejor practicarlo que verlo, como casi todo en la vida. Si no se puede practicar, hay que verlo. Surge aquí un problema. La diversión, al menos en las soaciedades del primer mundo, tiene una utilidad catártica; es decir, que le damos a la pelota, o vemos como le dan otros, con el fin de liberarnos de las frustraciones o desequilibrios cotidianos que se van acumulando por razones de trabajo, convivencia con al pareja, etcétera. El fútbol es una forma más de "desfogarse". Pero, si tu condición es la de hincha o, mejor "forofo", entonces la esencia del juego (la diversión) se desvirtúa: te identificas irremediablemente con los veinteañeros que salen al campo en calzones, Te pasas por el forro el juego bonito, el espectáculo (el "entretenimiento", vaya) y sólo la victoria alivia tus frustraciones. Cuando los chavales pierden -que pierden, como todo el mundo- y luego se ríen como si con ellos no fuera la cosa (porque, efectivamente, con ellos no va: les pagan por jugar, no por ganar, pues sino pocos se podrían dedicar a darle al balón), la ansaida liberación de tensiones no se porduce, y la rabia acumulada por la frustración estalla. ¿Qué son sino frustrados rabiosos los forofos que aúllan en las gradas?

Entiendo entonces que ciertos "intelectuales" se quieran desvincular del fútbol; otros de entre ellos, más listos -yo no soy "inteelctual", pero los apoyo-siempre han pretendido desvincularse del "forofismo", que no del fútbol; o sea, del juego.